Por Carlos García Moreno
El
cineasta mexicano Guillermo del Toro,
es considerado uno de los mejores directores en la actualidad, por la línea
argumental y su estética al momento de contar historias; pero tiene un pequeño
“defecto”.
Sinceramente,
nunca he considerado a Guillermo del
Toro como un gran director, eso sí, no hay duda que es un buen cineasta,
pero hasta ahí solamente. Como verán, si hacemos un repaso de toda su carrera,
de sus 7 filmes dirigidos –sin contar Titanes
del Pacífico– sólo 3 han destacado y trascendido: su ópera prima Cronos (1993), considerada una de las
mejores películas mexicanas; la efectiva obra de terror El Espinazo del Diablo (2001); y su más reciente aplaudida El Laberinto del Fauno (2006).
Extrañamente, estas cintas coinciden en algo: además de pertenecer al género
fantástico, sus historias están narradas de una forma tan literaria, como si
fueran cuentos, que al final terminan siendo un poco artificiosas y
repetitivas. Esto sucede debido al exceso de importancia que se les da a los
niños en dichas entregas, pero no por eso dejan de ser buenas películas del
género.
Ahora,
tomando en cuenta lo anterior y su obsesión con los monstruos como él mismo lo
ha declarado, Del Toro deja de lado
la fantasía y opta por entregarnos Titanes
del Pacífico, apostando en esta ocasión por la ciencia-ficción, ya que sus
filmes de este género, Mimic (1997) y
Blade II (2002), no fueron muy bien
recibidos; además que las adaptaciones del comic, Hellboy (2004) y Hellboy II:
The Golden Army (2008), tuvieron una baja y mediana recepción
respectivamente.
Titanes del Pacífico es
la película que el director mexicano necesitaba para demostrar que no sólo es
capaz de hacer obras literarias de fantasía, sino que también puede hacer
filmes con historias más complejas y de grandes proporciones como en este caso.
Guillermo del Toro retoma y reúne
los mejores elementos de la fórmula de los robots del anime oriental (Evangelion, Mazinger Z) con los
monstruos Kaiju del cine japonés (Godzilla),
para poder crear su propio universo y, asimismo, entregarnos una de las mejores
películas de ciencia-ficción de los últimos años. Esto es precisamente lo que
le faltó a la segunda y tercera parte de la trilogía de Transformers (2007, 2009, 2011) que, después de una buena primera
entrega, la trama se volvía a repetir una y otra vez viendo peleas de robots
sin ningún sentido e indistinguibles a la vista, sin contarnos una historia
diferente de la película original. Caso contrario a lo que sucede en Titanes del Pacífico en la que, además
de tener acción con sentido y peleas colosales distinguibles de los robots
Jaegers contra los monstruos Kaiju, también hay una historia compleja que
justifica los medios.
Por
otra parte, la película cuenta con buenas actuaciones: el protagonista Charlie Hunnam, la pareja de científicos
Burn Gorman y Charlie Day, destacando la interpretación de Idris Elba como el líder del programa Jaeger, así como también Ron Perlman con un papel sencillo pero
particularmente divertido.
Conforme
a la producción, se nota el sello personal del director mexicano: su perfecta
estética visual, el diseño tanto de los robots como el de los monstruos, la
fotografía amarillenta y la luz sucia. Además, la cinta cuenta con muy buena
música y efectos especiales, con un 3D que luce muchísimo sobretodo en las
impresionantes peleas, por lo que sí conviene verla en este formato.
Por
último, Guillermo del Toro confirma
su talento para hacer películas de esta escala, demostrado también que con el
uso del CGI se pueden contar historias profundas y más complejas, y que no
necesariamente tienen que ser filmes vacíos como en otros casos. Hasta ahora y
sin menospreciar sus destacados trabajos anteriores, me parece que es la mejor
entrega del cineasta mexicano. Finalmente no hay más destrucción, explosiones y
peleas ridículas sin sentido, el mismo discurso de la película lo dice: Hoy
enfrentamos a los monstruos que están a nuestra puerta. ¡Hoy cancelamos el
apocalipsis!...
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