Por Carlos García Moreno
Entre
constantes repeticiones en las que han caído los géneros del cine mexicano (el
reiterado uso de la idiosincrasia mexicana y el contexto político, económico o
social como temas principales), a estas alturas, cualquier película que centre
completamente la atención en los sentimientos de los personajes que maneja y
deje a un lado los errores que sufre el cine nacional, es normal que se valore
muchísimo algo como la adaptación de la elogiada obra de teatro del mismo
nombre; aun cuando nos pueda ser tan familiar lo visto en Sexo, Pudor y Lágrimas (1999), o en su caso, Carnage (2011) de Roman
Polanski.
Prácticamente,
la historia relata la vida de 6 personas que viven en un edificio y los
problemas que surgen a partir de la llegada del nuevo vecino, al tiempo que se
van desarrollando diversos temas como la infidelidad, la identidad de género,
la religión, la depresión, la mentira, la fuerza mediática, la aceptación, la
búsqueda de los sueños y el encuentro con uno mismo; así como también
cuestiones básicas pero no menos importantes como la amistad y el amor.
Asimismo, los métodos utilizados en el teatro nos presentan en esta película un
gran avance dentro del cine mexicano.
Analizando
cuestiones más técnicas, el guion es bastante complejo: los personajes están
bien escritos, tienen buenos diálogos, y, aunque en ocasiones las líneas se
sientan un poco exageradas precisamente por utilizar referencias de teatro, con
excepción de escasos minutos en las secuencias podríamos decir que no tiene
partes sobrantes.
Sin
duda, una de las cosas más destacables de la película es el montaje; debido a
que todo sucede en un mismo lugar, el recorte de escenas en la edición hace que
las secuencias no se vuelvan cansadas o tediosas.
Por
otro lado, el reparto es bueno y variado, siendo Luis Gerardo Méndez quien ofrece por demás una gran interpretación
(ya verán el porqué), demostrando ser uno de los mejores actores mexicanos en
la actualidad, y en el que además logra no ser una copia de su papel más
conocido, Javi Noble, de la exitosa entrega de Gary Alazraki: Nosotros Los
Nobles (2013).
En
cuanto a la producción, si algo hay algo que puede caracterizar al cine
mexicano es la detallada elección de los temas para el soundtrack, el cual, su
diversa combinación lo hacen de nueva cuenta de lo más sobresaliente del
largometraje, siendo el caso del tema principal interpretado por Javier Blake y Natalia Lafourcade, “Cuenta Hasta Diez”, en el que se retrata de
forma adecuada las emociones que viven cada uno de los personajes, al mismo
tiempo que sirve de fondo para representar la trama.
En
síntesis, la ópera prima creada y dirigida por Manolo Caro, y protagonizada por Luis Gerardo Méndez, Zuria
Vega, Ludwika Paleta, Luis Ernesto Franco y Raúl Méndez, expone al más puro estilo
del teatro, la transformación que sufren los personajes a partir de los cambios
que se pueden generar por la alteración de un simple momento, demostrando lo
ambivalente y compleja que puede ser la vida: los valores, los errores, las
virtudes, los defectos, la fortuna, la desgracia, y un sinfín de temas que
podremos encontrar al ver una de las mejores opciones para la filmografía de
México en estos últimos años...
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